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El Miami Herald se lo dice clarito a la OEA
La OEA se hace la vista gorda con las violaciones de la izquierda por Glenn Garvin
No ha habido anuncio formal todavía, pero creo que Woody Allen va a rehacer su película Bananas, su vieja comedia sobre la política latinoamericana. De verdad: Cuando la presidenta Cristina Fernández le dice a la Organización de Estados Americanos que el golpe militar en Honduras no fue mas que «el rapto de la restauración democrática en Latino America» como puede ser eso algo mas que el final de un chiste? Y el chiste–uno muy triste y caro–es la OEA.
Una organización que puede, con cara seria, expulsar a Honduras como una amenaza a la democracia un mes después de invitar a Cuba (50 años sin elecciones y seguimos contando) a ser parte de la organización, ha perdido cualquier aspiración a ser tomada seriamente, mucho menos a ser financiada por el contribuyente americano.
Fundada en 1948, la OEA es un artefacto de la Guerra Fría, originalmente concebida para resistir las travesuras Soviéticas en Latinoamérica. Cuanto logro de verdad en ese respecto, y a que costo, esta todavía abierto a debate. Pero lo que no se puede argumentar es que por los últimos 30 años la OEA ha evolucionado en una jauría de payasos de circo que ejecutan saltos mortales para el entretenimiento de los izquierdistas de la región–todo pagado por el cobre de los contribuyentes de Estados Unidos, que contribuyen mas del 60% del presupuesto de la OEA.
El doble estándar de la OEA sobre la democracia se remonta al menos a los finales de los 70, cuando gestionó la salida de Nicaragua de la dinastía, mientras no murmuraba una sola palabra sobre Omar Torrijos, el terrible dictador militar de izquierda del otro lado de la colina.
Pero en la ultima década, la organización ha logrado superarse a si misma. Si la OEA fuera un equipo deportivo, la mascota oficial seria un limpiador de tubos, su lema «Capaz de ser doblada alrededor de cualquier esquina»
El Estado de Derecho? Eso es muy importante para un Gobierno Centrista en Honduras-tanto así que la OEA se auto nombró a si misma arbitro de la Constitución del país, anulando a la Corte Suprema de Honduras. No tanto en Venezuela, donde el hombre fuerte Hugo Chávez envío turbas al edifico de la Alcaldía para evitar que el candidato victorioso de la oposición tomara posesión de su cargo después de ser elegido el año pasado.
La santidad de las elecciones? Absolutamente crucial en Honduras, donde la OEA insiste que la marioneta de trapo de Hugo Chávez, Manuel Zelaya, sea regresado al poder a cumplir los seis meses finales de su periodo a pesar de que prácticamente todas las fuerzas políticas se oponen a el. Pero mucho menos en Nicaragua, donde el partido Sandinista del Presidente Daniel Ortega hizo tan obvio el robo de la elecciones a alcalde en el otoño que hasta la usualmente simpatizante Unión Europea le quito la ayuda a dicho país.
Derrocando Gobiernos electos? Eso es una afrenta autoritaria si es hecho por el Ejercito de Honduras y democracia participativa cuando ocurre de las maños de ordas de izquierdas en Ecuador, donde Jamil Mahuad fue forzado a salir en el 200. (Por favor! No se lo digan a la OEA, pero el Ejercito de Ecuador también ayudo!) O en Bolivia, donde dos Presidentes en dos años fueron sacados de sus puestos por pandillas con machetes leales al socialista Evo Morales–quien, en una coincidencia increíble, fue electo Presidente inmediatamente después.
Literalmente nada–ni siquiera documentos capturados mostrando que el estaba suministrando dinero, petróleo y armas (incluyendo misiles anti-aéreos) a las guerrillas Marxista en su vecino Colombia-puede empujar a la OEA a respirar una palabra contra Hugo Chávez y sus camaradas de la izquierda.
La ceguera del lado izquierdo de la organización llego a niveles terminales en la secuela del golpe del mes pasado, cundo al OEA ignoro las demandas de un Chávez que despotricaba, para luego citar insípidamente «el principio de no intervención en los asuntos internos de otros estados» como su justificación para expulsar a Honduras y amenazando al quebrado y pequeño país con sanciones económicas. Como dijo Woody Allen en Bananas, «Es una parodia de farsa de una burla de una parodia de dos farsas de una burla»